Artículo de Mercedes Granda publicado originalmente en Mi Saquito Mágico y reproducido con el permiso de su autora.
La displasia o luxación de cadera en el bebé es una problemática que tiene su origen en la falta de encajamiento de la cabeza del fémur en el acetábulo de la cadera. Por diversos motivos esta cavidad no es lo suficientemente profunda aún para mantener el hueso en la articulación. Algunas displasias son transitorias y desaparecen entre las 2 a 6 semanas del bebé, y otras son evolutivas, que se luxan. A estás es a quienes hay que dirigir mayores esfuerzos.
El diagnóstico precoz es el mejor elemento. Igualmente la sola exploración visual no es suficiente por lo que se deben realizar pruebas médicas.
El 1% de los bebés puede sufrir la displasia siendo factores de riesgo y mayor incidencia en el sexo femenino (niñas y primogénitas), los factores genéticos, los partos de nalgas, la posición del feto en el embarazo, los antecedentes genétivos, y los embarazos y nacimientos traumáticos, etc. Sin embargo, en las culturas en las que el bebé es tradicionalmente porteado en posición sentado, con las rodillas por encima de la cadera este tipo de patología es inexistente. Por el contrario en aquellas culturas en las que el bebé es enmallotado con las piernas juntas sí que aparece la displasia. Su tratamiento suele ser corto y su diagnostico no es complicado.
¿Por qué puede en algunos casos ayudarnos un buen portabebé? Seguir leyendo
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