¿Cómo llegué a ser mamá canguro? Por Lara: «¡le llevaríamos únicamente en brazos!»

Lara, Bilbao.

Antes de pensar en ser madre ya miraba con recelo los carritos de bebés. Aunque los creía imprescindibles, me parecía que los bebés se tragarían el humo de los coches ya que las sillitas están a nivel de los tubos de escape. Me inquietaba ver a las madres cruzar la calle con el carrito por delante, casi sin mirar la carretera. Y me angustiaba ver a esos bebés tan solitos, y tan separados del mundo. Sin embargo, las imágenes de indígenas cargando a sus bebés en distintas telas me resultaban mucho más acogedoras, igual que le ocurría al que iba a ser el padre de mi hija, que pasó una temporada en México y tuvo la oportunidad de ver a muchas mujeres cargando a sus hijos. Seguir leyendo

Comparación entre mochilas convencionales y portabebés ergonómicos

En las mochilas convencionales la posición no es ergonómica para el bebé ni para el portador

Actualmente muchas conocidas marcas de puericultura ofrecen al público portabebés, como mochilas “de nueva generación” (BabyBjörn, Chicco, Bebé Confort, Jané, Graco…). Las principales diferencias entre éstos y los portabebés tradicionales o ergonómicos descritos en estas páginas son las posturas adoptadas por el bebé o niño en ellos. Si nos fijamos en un bebé que vaya en alguna de estas mochilas comerciales, podremos constatar que la postura de la cadera no es correcta. Habitualmente observamos que las piernas del niño van estiradas con respecto al resto del cuerpo, no dobladas estilo “ranita” (postura que favorece el desarrollo de la articulación de las caderas). Al llevar las piernitas estiradas, el peso del bebé recae sobre la zona genital en vez de sobre su culito, y la espalda adquiere una postura no fisiológica. Seguir leyendo

¿Cómo llegué a ser mamá canguro? por Patricia O.: «Realmente no sé que hubiera hecho sin un fular o una bandolera»

Cuando nació mi hijo mayor, que ahora tiene 13 años, algo me decía que debía llevarlo en brazos. Si ahora la gente se sorprende, por así decirlo, cuando nos ve portear un niño, hace 13 años la cosa no era mejor. Eso sí, apenas conocíamos la típica mochila, y gracias. Yo me pasaba el día con el niño a cuestas (casi siempre sin mochila, que me destrozaba la espalda); todo el mundo me criticaba y soltaban la típica frase de «¡uy, que se te va a acostumbrar!» Por aquel entonces, internet ni existía para nosotros, así que imaginaos si llegan a saber que, encima, dormía con nosotros (¡hasta los 4 años!).

Al nacer la segunda, diez años después, por suerte la cosa había cambiado. Aunque por desgracia un par de lesiones me habían dejado la espalda con una artrosis cervical y una posterior discopatía degenerativa en las lumbares. Así que se puede decir que no tengo la mejor forma física para cargar peso, pero, precisamente por ello, creo que mi testimonio puede ser muy útil para muchas personas con problemas similares. Seguir leyendo

¿Cómo llegué a ser mamá canguro? por Nohemí: » sólo mucho tiempo después comprendí cuánto me iba a servir aquél trozo de tela…»

Cuando estaba embarazada no me planteé algunas cosa por considerarlas totalmente «naturales». Así que cuando me decían: «¿Vas a darle el pecho?» Contestaba: «¡Claro!»… no me planteaba otra opción… De la misma forma pensaba que cuando mi bebé naciera, querría llevarle muy cerca, cogerle mucho, olerlo, sentirlo… disfrutarlo. No pensé que hiciera falta nada más…

Recordé que mi madre había usado una especie de «bolsa de tela» que se colgaba como un bolso para llevar a alguno de mis hermanos…y me dije: «voy a comprarme una mochila portabebés».

Como la mayoría de los que no tenemos información completa acabé comprando una tipo «Baby Björn», y la guardé ilusionada pensando que ya pronto podría usarla con mi hijo.

Y mi hijo nació… y me di cuenta de que aquélla mochila no me servía para un recién nacido… Así que busqué en internet y descubrí los fulares portabebés. Yo que siempre he sido de colgarme muchos trapos me fascinó la idea… un trozo de tela iba a permitirme seguir unida a mi bebé… sólo mucho tiempo después comprendí cuánto me iba a servir aquél trozo de tela… Seguir leyendo

¿Cómo llegué a ser mamá canguro? por Lidia: «¡Cómo llegué a llorar..! Y ¡cómo me río ahora, jajajaja»

Lidia, Barcelona.

«Cuando estaba embarazada del que ahora es mi peque de 16 meses, estaba súper ilusionada mirando carritos para llevarlo de paseo. No sé cuántos llegué a mirar, midiéndolos para asegurarme de que cupieran en el maletero del coche, en el ascensor; que fueran fácil de maniobrar, plegar; que no dieran problemas a la hora de subir y bajar bordillos, escalones, etc., etc., etc. Y todo esto dentro del canon de que fuera barato. Sí, sí, barato…, 600 € de cochecito que fueron al final (un Jané Slalom Pro, con su Matrix Pro y su plástico para la lluvia), tras mucho mirar y mirar e ir de tienda en tienda.

Toda ilusionada, lo encargué con 4 meses de antelación, para tenerlo un mes antes de dar a luz; nunca se sabe, es el plazo que necesitaba para que me lo sirvieran de fábrica los de Jané.

Cuando llega el día de ir a recogerlo… ¡horror! Me dicen que no hay cochecito, que la casa Jané han hecho cortos de producción y que me quedo sin mi cochecito Slalom Pro. Angustiada, me echo a llorar, ¿qué va a ser de mi bebé, que está a punto de nacer? ¿Dónde lo voy a llevar? Ay, ay, ay, ¡qué angustia más enorme! Tenía dos opciones, o bien comprarme uno de muestra que no cumpliera todos aquellos requisitos que tanto había mirado a la hora de elegirlo, o bien me esperaba otra vez entre 3 y 4 meses a que me proporcionaran otro. Y empezó mi búsqueda desesperada por las tiendas buscando en stock el que tanto me había costado elegir. ¡Cómo llegué a llorar..! Y ¡cómo me río ahora, jajajaja!, ¡anda, que si lo llego a saber antes..! Seguir leyendo

¿Cómo llegué a ser mamá canguro? por Julia: «Siempre con nuestros hijos, ayudados por los portabebés»

Julia, Sevilla.

«El primer contacto que tuve con un portabebé fue tras el nacimiento de mi hijo mayor, que unos amigos nos regalaron una bandolera, con la que salió del hospital. Desde que supimos que íbamos a ser padres, éramos reacios a usar un cochecito, pensábamos que era un armatoste que nos alejaba de nuestro hijo. Sin embargo, la presión social hizo que nos regalaran uno, que hemos usado muy poco (sólo en un par de ocasiones con nuestro hijo menor).

Usamos la bandolera unos tres meses, más el padre que yo, pues nunca he conseguido seguridad con ella. No conocíamos más que una postura y, en cuanto dejó de caber en posición cuna, buscamos otro artilugio para llevar a nuestro hijo cerca de nosotros. Así caimos en la trampa comercial de la mochila Baby-Björn. Usamos esta mochila una temporada, pero, en cuanto empezó a pesar más y nos resentíamos después de un rato, nos planteamos comprar otra que permitiera ponerlo a la espalda. Buscando en internet, encontramos estudios que nos hicieron ver lo perjudiciales que son ese tipo de mochilas comerciales. Así conocimos la Ergo, que fue el portabebé que nos introdujo en este mundo, a través de un foro de una tienda comercial. Seguir leyendo